Cuando hablamos de un Mas o de una Masía Catalana nos referimos a una casa de campo aislada, es decir, una finca rústica que puede tener una utilidad de carácter agrícola o ganadero de tipo familiar. Con el paso de los años, muchas de estas fincas han pasado de ser una Masía tradicional a un restaurante para bodas, una casa rural, un lugar en el que cultivar vino, etc.

Gracias a la riqueza del entorno rural en el que se encuentran, la belleza de la tradición y la conservación de la Masía, permiten dar valor añadido a la finca, independientemente del uso que acabe teniendo. Es un tipo de construcción rural muy común en todo el este de la península ibérica y, concretamente en el antiguo Reino de Aragón, que encuentra sus orígenes en las antiguas villas romanas. En el sur, este tipo de fincas rurales aisladas recibían el nombre de cortijos. Dependiendo de la ubicación geográfica de la finca y del tipo de explotación a la que se dedica, ganadera, vinícola o agrícola, puede tener más desarrollados los establos, la bodega o bien el granero. En cualquier caso, siempre acababan distribuyendo la producción.

Distribución de una Masía Catalana

La Masía catalana solía distribuirse por las regiones de l’Empordà (las agrícolas de grano), por el Montseny y el Lluçanès (las ganaderas), por el Priorat y el Penedés (las vitícolas) y en el Maresme, en el delta del Llobregat y el Ebro, en la comarca del Segrià, (las hortofrutícolas).

La Masía tiene grandes dimensiones y suele distribuirse en dos o tres plantas, con un tejado a dos aguas. Aunque también pueden encontrarse masías con tejados de una sola vertiente o tipo iglesia, la cual sobresale del resto del tejado para proteger los muros de la finca.

La piedra era el material más utilizado y el espesor de las paredes de la Masía era de entre 40 y hasta 90 centímetros, conformando una estructura muy compacta y resistente, que permite conservar la finca rural en perfecto estado durante muchos años y aportaba seguridad a los inquilinos, dando también ese toque rústico y antiguo que tanto nos gusta de este tipo de lugares.

En la planta baja de la Masía catalana suele encontrarse la cocina, amplia y rodeada de varias dependencias anexas a esta, como podían ser los establos y los graneros. En la planta principal está, por regla general, las habitaciones y salas y en la planta superior, se utilizaba como almacén, forrajes o para el secadero de grano. En muchos casos se encuentran pequeñas edificaciones construidas cerca de la masía o incluso anexas, que actuaban como cuadras o almacenes y que les hacían presentar ese aspecto de pequeño castillo.

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